Hace mucho tiempo, René Descartes, el considerado padre de la filosofía moderna, definió al ser humano, como una cosa que piensa.
¿Tenia razón o estaba equivocado? ¿Es el ser humano una cosa que piensa o una cosa que siente?
Claramente, y sintiéndolo mucho porque Descartes me caía bien, estaba equivocado. El ser humano, primero siente y luego piensa. Estamos influídos por nuestros sentimientos. A pesar de eso, seguimos mirando mal a personas sensibles o más emocionales. Nos parecen débiles y poco serias.
El abanico de emociones humanas es amplísimo. Aunque las agrupamos en dos grandes bloques básicos. Alegres y tristes. Todo el mundo, sabe definir lo que es estar o sentirse alegre. Pero no nos pasa lo mismo con la tristeza. Cada uno siente la tristeza, y lo mas importante, la manifiesta de manera diferente.
Cuando nos encontramos tristes, apáticos, decepcionados o simplemente perdemos el entusiasmo, solemos encontrar mucha incomprensión en nuestro entorno. Sentirse bien se convierte en una obligación.

Psicóloga y sexóloga en mis ratos libres… Coleccionista de experiencias. Porque una emoción vale más que mil palabras.