Suele ser habitual entender las relaciones (sobre todo las relaciones personales) desde la perspectiva de lo que se puede obtener de ella.
Cuando conocemos a alguien, inconscientemente proyectamos en el futuro si esa persona nos puede aportar algo de lo que carecemos y deseamos: diversión, amor, estabilidad, (re)conocimiento… Todo eso instantáneamente. Juzgamos a las personas por lo que nos aportan.
Tú me das (o puedes darme) y entonces yo te doy. Es lo que pasa cuando se tiene el foco puesto en uno mismo. Se piensa en los beneficios. ¿Qué me aporta esta persona? Nos preguntamos.
Esto en sí mismo no es malo, pero es poco inteligente, emocionalmente hablando. Es necesario también considerar a la otra parte. Y es que a medida que te vas volviendo consciente, empiezas a considerar las necesidades y el valor que va a obtener también la otra parte de la relación.
Primero se empieza por cambiar el foco del yo al tú, para luego llegar al nosotros. Y es que el éxito compartido no se trata sólo de mi progreso, mis metas y de mis necesidades. Se trata también de las tuyas. Formando un equipo.
Si lo piensas bien, caerás en la cuenta de que lo que te ha ocurrido, te ocurre, y posiblemente, te ocurrirá si no cambias de perspectiva, es que te vinculas por interés. Desde tu Ego. Has intentado atraer personas, tener pareja o amigos sólo tomando en cuenta satisfacer tu necesidad de afecto emocional, económico o social. Desde tu individualismo.
¿Y qué hay de los demás?
Por tanto, si exiges sin ser, es normal que te exijan por tener. Tener medidas de infarto, dinero, estatus… Es la sociedad superficial, de la que todos renegamos, pero pocos comprendemos. Esa misma sociedad egoísta, que cuando no puedes aportar o dejas de hacerlo, te ignora o te rechaza. Quid pro quo (lo que das es lo que recibes).
Te propongo una reflexión: ¿qué cosas puedes ofrecer tú a otras personas? ¿qué es lo que ellas van a ganar y obtener estando contigo? ¿tienes los recursos internos para obtener ese tipo de relación que buscas?
En lugar del famoso «aporta o aparta», qué tal un ¿qué aporto que me aparta?
Y es que no hay paz interior si quieres ser permanentemente el actor principal del reparto. Desde el yo es muy difícil alcanzar la felicidad. Se trata pues de aprender a mirar de igual a igual. Traspasar la mirada al tu.
Alcancé la paz cuando, al establecer una profunda relación contigo, dejé de ser yo el centro de mi interés – Alejandro Jodorowsky
Pero para empezar a mirar a los demás, es necesario primero mirarse a uno mismo.
Al analizarse a uno mismo y el tipo de relaciones que mantienes o has mantenido desde el yo, posiblemente te des cuenta que no has sido capaz de aportar lo suficiente como para mantenerlas. De ahí el rechazo o el distanciamiento. Ser consciente de esto, es duro y muy doloroso, pero necesario. A partir de ahí, si quieres cambiar, tendrás que tomar una decisión muy honesta y difícil.
Decidir si estás dispuesto a dedicar la cantidad de tiempo y esfuerzo necesario para crecer y desarrollar los recursos internos necesarios para ser capaz de llegar a tener y mantener el tipo de relaciones y personas que buscas.
En caso de que respondas que sí, entonces tienes que comprometerte firmemente a tomar la cantidad de acción necesaria para llegar al nivel que necesitas llegar.
En caso de que respondas que no estás dispuesto a dedicar el tiempo y esfuerzo necesario, entonces tendrás que bajar tu estándar o quedarte donde te encuentras, con las relaciones que tienes.
Tendrás que aceptar que, con el nivel actual de crecimiento que tienes y con la cantidad de recursos internos que dispones, no vas a ser capaz de aportar la suficiente cantidad de valor para atraer el tipo de relaciones y personas que buscas. ¿Eso es lo que quieres?
Decidas lo que decidas, sé consciente de donde estás y dónde quieres llegar.
Porque para obtener cierta meta en la vida, tienes que analizar si tienes los recursos internos necesarios para obtener eso que aspiras. Analizar si tienes las habilidades, la motivación, el coraje y la disciplina (entre otras cosas) necesarias para obtener eso que buscas.
Aplicado a las relaciones, si tu no trabajas para ser una persona extraordinaria, difícilmente encontrarás relaciones extraordinarias. Porque atraes lo que eres.
La solución para traspasar el yo es tener más empatía, empezando contigo y acabando en los demás. Hacerte más consciente de tus recursos internos actuales y del nivel de crecimiento que tienes. Y desde la humildad, identificar qué cosas puedes aportar a los demás en este momento de tu vida.
Has empezado a poner la mirada en el tu. Y dos que suman, siempre multiplican.
Yo no voy a cambiar el mundo, y tú quizá tampoco. Pero juntos, juntos somos nosotros. Y eso es otra cosa -Eloy Cánovas
Desde ahí se accede al amor, a la conexión, a la unión. Y tus ojos empiezan a brillar. Porque cuando tenemos el valor de compartir nuestras interioridades es cuando sea probable que recibamos atención. Cuando nos aceptamos a nosotros mismos, es probable que seamos aceptados. Cuando nos comportamos de manera asertiva, con unos límites claros y respeto hacia los derechos de los demás, es probable que los demás nos permitan y nos concedan la libertad de ser nosotros mismos. Cuando mostramos generosidad, compasión e integridad, es probable que seamos apreciados por lo que somos, y no por lo que tenemos.
Expresar gratitud a los demás, por muy pequeño que sea, tiene un maravilloso efecto fortalecedor sobre vuestra relación a corto y medio plazo. Es un win/win en toda regla.
Y es cuando comienzas a formar equipo. Con el otro, con los otros, con todos…
Desde ahí, pasar del tu al nosotros es el paso natural.
Porque cuando te centras en nosotros, compartes, difundes, tiendes la mano. Ayudas a otros porque no los consideras rivales sino compañeros. Porque les quieres en la misma carrera para aprender de ellos. No temes que demuestren en algunos aspectos ser mejores porque lo asumes, porque sabes que vas a quererte igual y será un estímulo para crecer.
No pisas, compartes. No arañas, acaricias. No mandas, lideras. Construyes puentes, no levantas altos muros. Creas lazos, no devoras personas. Das, sin esperar que te den. Porque todo lo que das de corazón regresa a tí en mayor proporción.
Por tanto, el camino para crecer y alcanzar la felicidad debería pasar del aporta o aparta al aporta y comparte.
¿Con cuál te quedarás?

Life & emotional coach. Apasionado de la vida y de la evolución personal. Porque ser uno más es ser uno menos…
Es increible como tus palabras siempre llegan tan adentro. Felicidades una vez más por tu entrada!!!
Gracias Eli por tus palabras. Si te llegan tan adentro es que tienes luz, y cuando tienes luz por dentro no importa si llueve fuera. Un fuerte abrazo!!!
Muchas gracias David, por incluir un trocito de mi, y especialmente por hacernos tanto bien con lo que escribes.
Un artículo de gran bagaje y un blog donde merece el tiempo necesario para perderse en el. Gracias, siempre.
Y claro, enhorabuena. 😉
Gracias Eloy por tus palabras y sobretodo por tus frases inspiradoras. Como dice el post «expresar gratitud a los demás, por muy pequeña que sea, tiene un maravilloso efecto …». Es un win/win en toda regla. 😉