el sexo es consecuencia

A todos nos gusta el sexo. A algunos más y a otros menos. Pero que nos guste una cosa, no significa que deba convertirse en la meta, porque lo importante es el camino, y como en la mayoría de cosas, el sexo es consecuencia.

La realidad es que muchos estudios han comprobado que tanto hombres como mujeres tenemos las mismas necesidades de placer y satisfacción sexual. Tenemos las mismas ganas y para ser más claros, los mismos derechos. Según Maslow, forma parte de una necesidad básica de todo ser humano.

Si bien los hombres tienen diferentes formas de expresar sus deseos, es demasiado feminista reducirlos a animalitos que sólo piensan con el pene y que les da exactamente lo mismo en dónde lo ponen o con quién.

Nuestra sociedad, aún sumida en patrones viejos, habla de mujeres fáciles, hombres fuckers, y demás estereotipos. Todo ello ajeno a nuestros propios deseos. ¿Sexo en la primera cita? ¿sexo sin amor? ¿follamigos?. No hay manual de instrucciones y si muchas etiquetas sociales. Sobre tu cuerpo y tu vida sólo mandas tú. Siéntete libre para decidir.

Porque el sexo no es una historia para contarla, sino para vivirla. Y la vida, se vive en primera persona. La maduración también enseña a las personas que el secreto para ser feliz es hacer lo que se quiere, con el debido sentido de responsabilidad.

Porque tanto hombres como mujeres buscamos vínculos afectivos a través del sexo. Ahora bien, también se debe dar la misma importancia a las aficiones, los gustos, la conversación… En resumen, a la complicidad.

El sexo es en realidad 25% morbo, 50% complicidad y 25% físico. Y a medida que aumenta el porcentaje en el físico, se suele restar en complicidad. Y no necesitas ser un/a experto en matemáticas para conocer el resultado final ¿verdad? Porque lo importante no es el envoltorio si el regalo está vacío.

La penetración sexual más profunda es la de la mente

El ser humano tiene una conexión muy estrecha entre el área emocional y su sexualidad. Este vínculo es muy profundo y no puede ser desligado con facilidad, lo cual quiere decir que las relaciones sexuales siempre influenciarán emocionalmente a una persona, ya sea de manera positiva o negativa.

La sexualidad se interrelaciona del tal manera con la personalidad, que se practica y se expresa en todo lo que somos. El buen sexo es único, natural, sin conservantes ni colorantes, no como los que se llevan ahora, tan modernos pero a la vez tan falsos.

Porque el buen sexo es cariñoso y tierno. No es fuego, pero calienta. No se necesita fuerza para ser intenso.

Tener sexo es despertar a la vida. Es el placer por existir, la victoria de la intimidad. Es el aperitivo del café de la mañana, o el postre antes del sueño.

El sexo es el intercambio más intenso de energías que puede existir entre 2 personas. Es la entrega total de las llaves de tu cuerpo al otro. La apertura de las puertas y ventanas del alma. Es, por tanto, la materialización del éxtasis, el mayor abrazo de las paredes del ego. La garantía del único instante de felicidad plena.

El sexo es una montaña rusa de sensaciones. No es ni bueno, ni malo ni indebido. No es moral, inmoral o amoral. Y puede ser sin amor, si. Sin embargo jamás es indolente. Porque el deseo, la voluntad y el cariño son piezas fundamentales para que el engranaje pueda funcionar. Es una apuesta temporal conjunta.

Da igual lo que dure, lo importante es que perdure en tu memoria. Siempre que seamos honestos, con nosotros y con la otra persona, no es malo practicarlo. Debe ser un compromiso mutuo.

El sexo es siempre bueno, en su totalidad y en todos sus momentos. Desde el desnudarse con los ojos, pasando por el descubrimiento de la piel ajena y terminando con el éxtasis mutuo de la pareja. Pero el verdadero valor del sexo, es justamente cuando se termina. Son los minutos posteriores los que hacen toda la diferencia en la relación, o incluso en una relación casual.

El «después» es el comienzo de todo. De ahí que el sexo sea causa y a la vez consecuencia.

El principal objetivo del sexo está en la calma de los momentos que suceden al placer. Porque la sintonía posterior mostrará si todo valió la pena. Es ahí cuando entendemos la razón de todo, el verdadero sentido del sexo.

sexo con complicidad

Todavía existe el temor de sentirse descartados después del sexo, especialmente si hay sentimiento. Pero el problema no es del sexo en sí, sino de tener el sexo como única meta o peor aún, cómo herramienta de presión. El sexo no es el trofeo final, sino una eliminatoria más. De ti depende elegir bien los jugadores. Porque no es posible ganar la Champions con malos jugadores. Hay que saber fichar.

Por eso, hay que separar el propio acto del sexo de las implicaciones emocionales. Muchas veces la voluntad de estar con el compañero se va junto con el orgasmo. Como si esa persona estuviera ahí sólo para saciar un deseo momentáneo. Es casi una masturbación con compañía.

Causa sensación de incomodidad, culpa, vergüenza, timidez exacerbada y un silencio perturbador. Nos dimos cuenta de la importancia de la intimidad en el sexo de la peor manera posible. Es un arrepentimiento de la piel por la entrega del cuerpo. Ese es el sexo a evitar en la medida de lo posible, y suele aparecer cuando no existe complicidad.

Si la explosión carnal culmina con una necesidad por mantener a la persona cerca, ten por seguro de que hay algo más allá de una mera atracción física. Son los minutos en que quieres abrazar a la otra persona con fuerza y cariño. Sentir la conexión de los cuerpos, tocar la boca como un sello de satisfacción. Ese encuentro, dure lo que dure es lo que le da sentido al sexo. Es su consecuencia.

Porque después del sexo es donde todo comienza (o continua). Incluso, a veces, el amor.

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