Todo cuenta, pero no todo vale

encontrar pareja

Es muy frecuente en estos tiempos escuchar la famosa frase «el mercado está fatal«. Y puede ser cierto. Pero antes de dar veracidad a las cosas lo suyo es hacerse preguntas.

¿Te has planteado acaso que tú también formas parte de ese mercado? ¿Haces un esfuerzo por conocer realmente a las personas? ¿Y por conocerte? ¿Qué tienes de diferente y único respecto al resto para pensar que el mercado está fatal sin incluirte a ti?

Nos quejamos continuamente de lo difícil que es encontrar pareja, que nadie nos cuadra, que nadie nos sorprende. Una pequeña dosis de insatisfacción es sana, pero quejarse sin actuar es aún más insano.

Vivimos en una época, en la que Tinder, Instagram, Facebook y demás plataformas virtuales, hacen que nos perdamos entre tantas oportunidades. Pero el problema no es tanto de falta de opciones, sino de falta de coherencia.

Es saber lo que se quiere, pero también saber lo que se ofrece.

¿Quién eres?

Antes de nada, para tener claro lo que se quiere, primeramente se tiene que tener claro quien eres y qué puedes ofrecer. Y es que, saber lo que se ofrece es un requisito «sine qua non» para aspirar a una buena relación.

Esperamos que alguien nos sorprenda cuando nos pasamos semanas haciendo lo mismo. O peor aún, siendo la misma persona. Queremos encontrar a alguien que rompa nuestra rutina, nuestra insulsa vida y nuestro conformismo. Queremos que nos enamoren, que nos liberen, que nos hagan vivir la vida, pero esperamos que lo haga otra persona.

No somos capaces de sorprendernos a nosotros mismos ni enamorarnos de nuestra vida. Culpamos al mercado y nos olvidamos de nosotros. Es la postura cómoda. La del millón de oportunidades. Aunque, no podemos pretender que nos abran el corazón cuando estamos cerrados de mente.

No es necesario tener una vida de película, sino de ser el protagonista de la película de nuestra vida. Tener una vida apasionante con cosas que nos llenen, nos hagan crecer y nos diviertan. Nadie quiere estar con una persona sin motivaciones, sin aficiones y que se pasa todo el día viendo la televisión o machacándose en el gimnasio. Vivimos de cara a la galería. Menos «likes» y más «life«.

Para conocer a alguien especial se necesita algo más que 4 fotografías bonitas o 3 frases ocurrentes. Y aunque no hay una segunda oportunidad para una primera impresión, no es la apariencia sino la esencia la que determina la calidad de la persona.

Y la esencia no se puede aparentar. De nada sirven los BMWs, Louis Vuittons, ni Iphones 38S, si después de eso no se acompaña de una vida interior igual de fashion. Porque todo cuenta, pero no todo vale.

¿Qué quieres?

Invertimos tiempo en planificar nuestras vacaciones, pero no tenemos tiempo en planificar nuestra vida. Definir aquello que buscamos es el primer paso para encontrarlo. Si no sabemos lo que queremos difícilmente podremos verlo cuando aparezca.

Lo importante pues, es hacer una lista de las cualidades que debería tener tu persona ideal. ¿Qué le gusta? ¿Qué valores tiene? ¿Cómo vive la vida?

Y es que, deberíamos perseguir a quien alborote nuestras neuronas, porque las hormonas las puede alborotar cualquiera. Y esto último normalmente suele ser por un rato.

Si no lo hacemos, podemos caer en la tentación de rebajar nuestras preferencias por no estar solos. Y eso es un mal negocio, porque lo que rebajas al final son tus sueños. Y los sueños son innegociables.

El problema es que estamos abonados a la impaciencia, acostumbrados a quererlo todo para ya, y a menudo, esa inmediatez nos hace perder oportunidades, y sobretodo, equivocarnos. Lo peor es que a largo plazo lo que perdemos es la capacidad de entregarnos a alguien. Las decepciones nos hacen cerrarnos a nuevas personas.

No tengas miedo, por tanto, de que «se te acabe el tiempo» porque eligiendo desde la necesidad (por precipitación), lo más normal es que pierdas el tiempo. No puedes apresurar algo que quieres que dure para siempre. Sé paciente.

No vendas barato el corazón y muy caro tu cuerpo.

Aunque es bueno no conformarse con menos de lo que uno puede dar, tampoco hay que quererlo todo. Las personas somos imperfectas, así que si nadie te llena, a lo mejor es que tu mismo no lo haces. Y es que normalmente cuando crees que todo el mundo está equivocado, quien se equivoca en realidad eres tú. No es bueno exigir la perfección , sino más bien exigir(te) el esfuerzo en mejorar.

No busques en nadie lo que te falta en tí. No pretendas que alguien alivie tu vacío y tu soledad, porque estar con alguien vacío también cuenta como soledad. Como dijo Ernest Hemingway: “Yo temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo«. Y los vacíos sólo se curan con el lleno de uno propio.

Responsabilízate de tí, sé paciente y no tengas miedo a conocerte. A medida que te conozcas, te descubras y sepas lo que quieres, aparecerán personas a la altura de tus expectativas. Y sobretodo, se enamorarán de tu esencia.

Olvida al mercado y encuéntrate a tí.

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