Todos, quien más o quién menos, albergamos alguna herida emocional en nuestro corazón.
Heridas que nos duelen, que siguen sin cicatrizar y que, quizás, vuelven a abrirse con el tiempo. Heridas que creíamos olvidadas o no pero, que no logramos hacer desaparecer y que nos impiden disfrutar de la vida y de las personas.
Solemos negarlas, taparlas o ponerles un parche con distracciones. Logramos ignorarlas temporalmente alargando la jornada laboral, con viajes veraniegos, fiestas y borracheras o simplemente con otras personas, … pensando que el tiempo todo lo cura.
Pero, lo que puede ocasionar es que ésta se infecte. Y, tarde o temprano, la herida aflorará y volverá a sangrar de nuevo. En otra circunstancia, en otro lugar o, peor aún, con otra persona… Porque lo que no se cura, se repite. Y lo que llevas dentro no se cura con lo de fuera.
Muchos de nosotros repetimos historias sin entender que, precisamente, se repiten porque seguimos sin curar nuestras heridas emocionales. Y culpabilizamos, y juzgamos a otros, porque nos abren más las heridas, sin entender que, somos nosotros, los únicos responsables de curarlas.
Es que éste tío también es un capullo, es que éste también me ha abandonado, es que ésta tampoco me quiere… Es que, es que, es que… quizás, estés ignorando que la única persona que aparece en todas esas situaciones eres tú. Sí, cambiarán los actores y el escenario, pero el único que repite temporada eres tú.
El amor que niegas, es el dolor que llevas.
Hace tiempo comprendí que esas personas están ahí para recordarte el dolor que llevas. Que el problema no es tanto la herida, sino a quién haces responsable de curarla. Si a ti mismo o a los demás…
¿Sabes? Yo finalmente he entendido, que las personas no se alejan de uno porque se tengan heridas emocionales, sino porque cargamos sobre ella la responsabilidad de curarlas. Proyectamos inconscientemente nuestro dolor y, en lugar de hacernos responsables de lo nuestro, nos dejamos llevar por el ego y el orgullo colocando el dolor en el otro (el otro me hace…) o exigiendo que el otro nos alivie dicho dolor (el otro no me hace…) . El resultado: cuanta más presión, más alejamiento o más enfrentamiento.
¡¡Cuánto nos costaría simplemente decir con humildad: mira, esto es mío, te pido ayuda y comprensión mientras lo sano!!
Pero para eso, tienes que verlo, sincerarte contigo mismo, aceptarlo, dejar el ego a un lado y tener la humildad de decirlo. Y si después de todo eso, esa persona no te comprende o no te ayuda, eso es más un problema suyo que tuyo. Quédate con lo importante: la sinceridad y humildad acerca, el orgullo aleja.
¿Quieres saber cuales son las conductas resultantes de proyectar tus heridas no sanadas en los demás? Te resultarán conocidas: el rechazo produce huída, la rigidez injusticia, el control la traición y la dependencia el abandono o humillación.
En definitiva, daños colaterales a tí y a los demás. Que sí, que nadie es perfecto, yo el primero, pero sí que cada uno tiene que hacerse responsable de su emociones. Ojo digo responsable, que no culpable. Porque tan malo es culpabilizar a los demás como culpabilizarse a uno mismo. Así que no te culpes por el pasado y aprende de lo ocurrido.
Por tanto, olvida lo que el tiempo siempre cura las heridas. El tiempo no cura nada si antes no le has aplicado los cuidados necesarios. Y para curar las heridas se necesita tener el valor de enfrentarlas para sanarlas. Esto último daría para otro post. Lo importante es saber que el dolor durará mucho menos si lo enfrentas ahora y no lo postergas. Y así, las nuevas personas que conozcas no se verán afectadas por algo que es enteramente tuyo.
Porque, nos puede lastimar lo que nos pasó, pero más nos puede doler lo que llevamos sangrando.

Life & emotional coach. Apasionado de la vida y de la evolución personal. Porque ser uno más es ser uno menos…
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