Nuestra vida pide a gritos un giro de 180 grados. Y es que llega un momento en que ya no compensa seguir siendo como uno cree que es. Dejó de ser gracioso, no aporta nada nuevo y la excusa del “yo soy así” ya no sirve.
Aunque nos duela, el cambio es necesario para la evolución. Somos como orugas hipnotizadas que se arrastran continuamente por las circunstancias de la vida. Sin saber que tenemos la posibilidad de hacernos crecer las alas, romper la crisálida de la inconsciencia y transformarnos en maravillosas mariposas, conquistando nuestros sueños.
Pero tenemos miedo. Tenemos miedo de pensar que una nueva vida podría ser posible. Y claro que es posible pero, entre los miedos que nos atenazan, el pensar en que quizá podemos fracasar y en lo que pensaran los demás, preferimos seguir llevando la venda en los ojos y seguir siendo orugas por miedo a las consecuencias.
¿No estás harto de tener miedo? ¿Cuántos años llevas aceptando que tu vida es lo que te pasa y no lo que originas? ¡Deja de hacerte el dormido y despierta!
Sé como esas personas que se rebelan y deciden transformarse. Las que se despojan de aquello que les pesa y que les impide comenzar a volar hacia la vida que realmente quieren vivir. Quienes deciden ser quién quieren ser. Quienes se quitan la venda de los ojos y deciden despertarse.
El cambio es una puerta que sólo puede abrirse desde dentro – Terry Neill
Porque despertar es dejar de estar de acuerdo con la gente y comenzar el camino de regreso a uno mismo. Darse cuenta de que, ese descubrimiento, es crítico para nuestra vida. Porque será la explicación completa de quiénes somos y la pista esencial del porqué y para qué estamos aquí.
Despertar, es comenzar a sentirnos inseguros y preguntarnos dónde estaremos en un año o dos, para un instante después asombrarnos al no saber siquiera responder a la pregunta de dónde estamos ahora. No importa en qué grupo estás, la sombra de la incertidumbre siempre estará presente. Solo que en un caso será limitante y en otro una aliada.
Despertar es, dar el paso adelante que sabíamos hace tiempo que teníamos que haber dado. Un camino más enzarzado, con más dolor del que podríamos haber imaginado, pero sintiendo que es el camino que nos hará ser más libres y felices. Un dolor que, aunque punzante, es sereno porque, por primera vez, nos damos cuenta de que la solución está en nuestras manos.
“Y llegó el día en el que el riesgo de permanecer cerrada en el capullo era más doloroso que el riesgo a florecer” – Anaïs Nin
Despertar conlleva el percibir que las personas dormidas son egoístas y que, quizás, también lo hemos sido nosotros con nuestros juicios y actos. Que las personas que creíamos que estaban más cerca, no son exactamente las mejores personas que hemos conocido y, sin embargo, otras con las que hemos perdido el contacto, parecen ahora muy importantes.
Despertar es sentirse confundido acerca de tu trabajo, que no se asemeja lo más mínimo a lo que pensaste que ibas a hacer en la vida. Sentir, aunque sea por un instante, que aún estás a tiempo de buscar y encontrar lo que mereces, pero a su vez, pensar que vas a tener que empezar desde abajo, aún teniendo miedo de hacerlo.
Despertar es mirar la vida con nuevos ojos, viendo oportunidades donde antes solamente veías obstáculos. Confiando en encontrar luz, donde antes sólo había oscuridad. Porque, cuando miras al mundo de otra forma, el mundo cambia de golpe. Y es que el mundo tiene el tamaño de tu respiración.
Despertar es sentir que, de repente, el cambio es el enemigo y que uno trata de aferrarse al pasado y a la vida que tuvimos cual náufrago a una boya. Pero, ya no hay marcha atrás porque pronto, nos damos cuenta que, el pasado está a la deriva, cada vez más lejos y que, o bien te hundes donde estás para siempre, o empiezas a nadar hacia adelante.
Despertar es empezar a creer en un mismo, cuando nadie más cree. Es darse cuenta que el creer y el crear están solamente a una letra de distancia. Y es que cuando se cree en los sueños, ellos se crean. Y, aunque pueden venir momentos de sentirse solo, asustado y confundido, también habrán momentos de sentirse ilusionado, motivado y con fe en que la vida, puede ser maravillosa y diferente.
Despertar no es soñar con poder ser así; es hacer que sea así. Es ponerle patas a nuestro sueño y convertirlo en realidad. Es decir adiós a “me gustaría cambiar” y darle la bienvenida a “quiero hacerlo”. Es llenarse de «yo puedo» y «yo valgo», que nos alienten a seguir adelante. Es probar, caerse y volver a levantarse, porque los errores ahora son vistos como experiencias.
Despertar es tener roto el corazón y preguntarte cómo alguien a quien adorabas, pudo hacerte tanto daño. Un dolor que, con el tiempo, perdonarás al comprender su dolor, sus miedos y su incapacidad para hacerlo mejor con lo que sabía. Y es que te darás cuenta de que es duro sufrir, pero es muy bueno haber sufrido.
Despertar es no darle tanta importancia al «cómo», porque solamente importa el «qué» y el «para qué». Es no sentir tanto miedo a todo lo que la vida nos pone por delante, porque sabes que tu camino se irá dibujando a medida que lo vayas recorriendo. Y es que el destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas
¡Despierta de una vez! Si tú no lo haces, nadie lo hará por ti. Te lo debes y se lo debes. Se lo debes a tus padres, porque apostaron por ti. A las personas que te apoyaron en todo este camino. A tus hijos, si los tienes, para que sigan pensando que el cambio es posible. Búscate un “para qué” quieres hacerlo y tan solo hazlo. Hay algo muy bueno esperando ahí afuera. Porque lo bueno, si te atreves, está por venir.
¿Qué es lo peor que te podría pasar por hacerlo? ¿Y lo mejor? ¿Qué te estás perdiendo por miedo a equivocarte? ¿Qué cambiaría en tu vida si te atrevieras a despertar? ¿Qué impacto tendría? ¿Quién serías tú? ¿No te pica la curiosidad? ¿No te mueres por probarlo?
Acepta que no es triste morir, lo triste es no vivir la vida que siempre has querido. No hay mejor oficio que el de vivir. Pero no de cualquier manera, sino de la manera que te haga feliz a ti. No de la manera que los demás esperan.. No te resignes a vivir una vida que no quieres sólo porque una vez te equivocaste de decisión. Da igual el día que sea.
Porque pese al miedo, es muy complicado seguir siendo oruga cuando sabes que puedes ser mariposa.

Life & emotional coach. Apasionado de la vida y de la evolución personal. Porque ser uno más es ser uno menos…
No he podido sentirme más identificada con lo que contabas, David. Mi último año ha sido un despertar, una sucesión de cambios empezando en mí misma y llegando a mi entorno más cercano. No lo cambio por nada, la sensación de tomar las riendas, de elegir lo que quieres, decidir por ti, amar lo que haces, ver realmente el lado buena de cada cosa…
Gracias por tu reflexión, ¡feliz semana!
Gracias Patri. Por lo que escribes y cómo lo escribes se nota que ya te han crecido las alas. Ya sabes que cuando cambias tú, cambia todo lo de alrededor. Un abrazo y feliz semana.
Una vez más me siento identificada con tus palabras. Expresas lo que yo no puedo. Gracias!!
Gracias Eli, si te resuenan es que estás en el camino. Aprovéchalo al máximo para ser la mejor versión de tí misma. Un fuerte abrazo.
¡Me encanta tu post! Describes a la perfección lo que entiendo como el despertar de las mariposas
Un abrazo
Gracias por tus palabras Nuria. Que te lo diga una persona cuyo blog se llama despertarmariposas aún causa mayor orgullo. Un abrazo y suerte con tu blog 😉
Precioso David. Siento tua palabras que resuenan muy dentro de mi.