Todos, como seres humanos, somos lo que hacemos y no lo que decimos ser. Los hechos son la palabra más importante. Son tu mejor descripción. No podemos pretender enseñar lo contrario de lo que practicamos y, sobretodo, no podemos pedir lo contrario de lo que hacemos.
Continuamente nos quejamos de las actitudes de las personas. Esperamos que nos traten bien, que nos quieran, que nos acepten. Pero dejamos de lado cómo nos comportamos nosotros. ¿Realmente predicamos con el ejemplo?
Lo que está claro es que no puedes pedir amor cuando tú no (te) lo das. Ni pedir respeto cuando tu no (te) lo das. Porque no conviene pedir aquello que no eres capaz de dar.
Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
Tu relación con las personas no es algo superfluo. No es poco importante. Lo que tú haces en esta vida, la forma en cómo te relacionas con los demás, importa. Importa mucho. Es tu huella, tu identidad. Tu marca personal, como dicen ahora.
Por cómo tratas a las personas, se puede saber perfectamente cómo eres.
No importa lo profundas que sean nuestras palabras o lo bien que hablemos, lo que al final nos define es nuestro comportamiento. Tu autoestima, tus valores, tu capacidad de empatía, es lo que refleja tu identidad como persona. Y es lo que vas a dejar en la memoria de las personas.
Los seres humanos tenemos una inmensa necesidad intrínseca de ser aceptados, de pertenecer y de vernos bien y evitar vernos mal. Así que vamos por la vida observando a los demás para determinar las maneras en las que nos deberíamos de comportar, tomando el ejemplo de otros.
Desde que somos pequeños observamos el comportamiento de nuestros padres, de nuestros amigos y luego de personas que tienen autoridad en nuestras vidas, como son nuestro profesor, jefe …
Más tarde, ya condicionados inconscientemente, aplicamos filtros, quejas y críticas sobre lo que hacen los demás, sin pensar si nosotros hacemos lo mismo con el resto.
Leemos libros de “autoayuda”, ponemos imágenes molonas en Instagram y luego no lo aplicamos. Es como si recomendáramos practicar deporte tumbado en el sofá. Pensamos y pensamos, leemos y leemos, pero no pasamos de ahí. Predicar sin acción es como el árbol sin fruto.
¿Quieres personas excepcionales en tu vida? sé tú excepcional y enseña a las demás a llegar a serlo.
Por lo tanto, el modo directo de transmitir nuestra personalidad e influenciar a las personas es cambiar el “haz lo que digo, no lo que hago” en un profundo “haz lo que digo y hago”. Si actuamos así, entonces seremos más creíbles, confiables y respetables personal y profesionalmente. En definitiva, seremos coherentes.
Seremos coherentes cuando nuestra mente (lo que pensamos), nuestro cuerpo (lo que sentimos) y nuestros actos (lo que hacemos) se encuentren alineados. Y se debe reflejar en cada acción diaria. Sin coherencia, será poco probable que podamos predicar con el ejemplo.
Es como desear encontrar a nuestro príncipe azul cuando nos comportamos como un sapo. O querer que la chica nos compre cuando le «vendemos la moto». O , peor aún, cuando nos quejamos de cómo nos trata nuestro jefe y luego educamos a nuestros hijos desde el miedo y el castigo. Ese no es el CAMINO del ejemplo.
La gente olvida lo que dices, pero recuerda lo que eres
Quizás, es tiempo de crecer y dejar de echar la culpa al otro como hacíamos cuando éramos pequeños. Quizás ha llegado nuestro momento de hacer en lugar de decir. De realizar en vez de prometer.

Ten conciencia de tus palabras, acciones y comportamientos
El primer paso para poder ser un buen ejemplo para los demás es ser consciente de lo que hace uno mismo, de manera que puedas detener los comportamientos destructivos y fortalecer los comportamientos constructivos. Reflexiona por qué haces lo que haces. Ser consciente no te dará la capacidad de manejarlos inmediatamente, pero definitivamente es primordial para poder hacerlo con el tiempo. No es cuestión de pasar a ser Gandhi de un día para otro, requiere tiempo, pero actúa cada día «como si lo fueras …hasta que lo seas».
Es una lucha diaria. Lo que fuiste no tiene porqué ser igual que lo que eres, y mucho menos lo que serás. Nada se te dará por sentado. Te lo tienes que ganar.
Reconduce cualquier ejemplo destructivo
Como seres humanos imperfectos, es un hecho que nos vamos a equivocar y, en ocasiones, volveremos a dar un mal ejemplo. En esos momentos, es imprescindible que te disculpes y repares el daño si puedes sobre cualquier impacto negativo que tus palabras, acciones o comportamientos hayas tenido.
Da lo mejor de tí en todo momento
Que cada palabra o acción que hagamos refleje nuestra esencia. Que tus comportamientos rezumen tus cualidades, porque cuanto más únicas sean estas cualidades, más profunda será la admiración, la atracción y el respeto que te profesen.
Sé buena persona. Ten buen corazón. Ama a la gente que está en tu vida. Da cariño. Sé feliz. Sé empático. Ayuda a otros. No vayas de nada. Quiérete. Y mejora para ser la persona que quieres ser. Sé paciente y comprensivo con los demás (el mundo mejorará si todos hacemos esto). Trata a todo el mundo con respeto. Sé valiente, arriesga. Sé diferente para hacerlos crecer.
Interésate genuinamente por las personas
Pregúntales cómo se sienten e interésate genuinamente por cualquier persona, sobretodo con las importantes para tí. Descubre lo que es importante para ellas y ayúdales a conseguirlo. Practica la empatía. Ponte en su piel. Demuéstrales con palabras y hechos que son importantes para tí.
El verdadero ejemplo es “pegajoso” porque impulsa a la imitación. Nos contagia, como en el caso de las enfermedades, pero para bien. Y sobre todo, nos hace ver que es posible ser así. Por lo tanto, tenemos que estar muy convencidos de lo que queremos ser y hacer y, desde ahí sí, tratar de inculcarlo en los demás.
Ahora, que ya sabemos cómo predicar con el ejemplo, podemos quedarnos con las palabras y continuar como si nada hubiera pasado (esperando a los príncipes azules perfectos) o podemos actuar dando pequeños pasos desde hoy. La elección es nuestra y de nadie más …
Y tú, ¿quieres predicar con el ejemplo?

Life & emotional coach. Apasionado de la vida y de la evolución personal. Porque ser uno más es ser uno menos…
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