Remendar no es de sabios

duelo

Que una pareja se separe hoy en día es algo habitual.

Pero no debería serlo empezar otra relación a las pocas semanas después de vivir años con una ex-pareja y quizás compartir hijos e hipoteca. Pero sobretodo compartir sentimientos.

Y es que cuando se termina una relación, el proceso de recuperación no siempre resulta ser fácil o sencillo. Dependiendo de cuál haya sido la causa del final, puede resultar un camino más o menos doloroso. Pero es un camino que hay que recorrer si o si. Debemos pasar un proceso de duelo.

Hoy en día, es muy sencillo conocer a gente, tener alguna aventura e ilusionarse con alguien. El problema es que casi nunca es por amor, sino para intentar esquivar a la soledad, la angustia y el vacío que dejan una separación. Para olvidar la relación anterior. Es una forma de no enfrentarse a la realidad. De evitar el dolor.

Es aquí cuando suele aparecer el dicho tan popular de “un clavo saca a otro clavo”. Un remiendo para solucionar el sufrimiento que nos está generando la ruptura de la pareja.

El problema de enredarse en una nueva relación tan pronto, es que suele ser de paso. Están destinadas a acabar mal, porque ni sirven para olvidar a la ex-pareja, ni sirven para superar el duelo. Ni suelen funcionar. Es un remiendo para un descosido (de tu corazón).

Estas relaciones de transición pueden ser un analgésico temporal para el dolor, pero no reparan la fractura emocional.

Quizás durante un tiempo uno viva instalado en un agradable espejismo. Ha encontrado a alguien y cree que se ha salvado de cruzar el desierto del duelo. Pero con el tiempo, la nueva relación acabará saboteada por la falta de verdadero amor y por todo lo que no se ha elaborado de la anterior. Porque nadie es insustituible, pero tampoco es intercambiable.

Un clavo saca otro clavo, pero el martillazo nadie te lo quita.

No puedes poner a una persona en el lugar de tu ex, como si fuera un cambio de cromos. Eso no es una relación. Es un tapón para la angustia.

Y es que cuando se rompe una relación, se te rompe algo de tu propia identidad. Ya no es sólo la melancolía del desamor. Es la amenaza que supone perder parte de uno mismo. De ahí que se intente agarrar al primero que muestra un poco de interés. Es una solución de emergencia para evitar que se desmorone tu identidad.

Y tu identidad, ahora mismo, suele ser la de persona con problemas de dependencia emocional, vulnerable, que no sabe como enfrentarse a la soledad y que necesita a una pareja, da igual quien sea, para mantener su equilibrio psicológico. Es una forma de eliminar tus carencias.

Y eliminar las carencias depende, sobre todo, del trabajo personal que se haga y no tanto de calendario ni de otros cuerpos. Depende también de que se asuman los errores que se cometieron en la relación, de que se acepte realmente que esta se ha acabado, de que se viva la tristeza como una consecuencia lógica.

Porque si no sabes qué errores cometiste ni lo que quieres de una pareja, vas a encadenar una relación tras otra para no estar solo. Y los duelos se acumulan en el inconsciente.

Si no curas la madera, ésta se va pudriendo poco a poco por dentro

Da lo mismo quien deje a quien. Y aunque algunas personas se apoyan en otro clavo antes de dejar el suyo, proporcionándoles las fuerzas necesarias para dar el salto y finiquitar la relación marchita, tarde o temprano, también van a pasar por el proceso de duelo y en muchos casos va a suponer el fracaso de esa nueva relación.

Iniciar una relación con la mochila cargada de resentimiento, tristeza y sueños rotos es una bomba de relojería que estallará antes o después. Es como si empezaras con la nueva pareja en el mismo punto en el que acabó la historia anterior. Con lo que llegarán las comparaciones, la exigencia a la nueva pareja lo que se le exigía a la anterior, una gran necesidad afectiva, las falsas esperanzas, o la pérdida de la identidad para agradar al otro. En definitiva, seguirás herido emocionalmente.

Y como cualquiera que esté sanándose, aún no está lo suficientemente fortalecido para otra carrera y menos una maratón de pareja. Necesitará de tiempo y de cuidados (propios) para que el corazón termine de curarse. Y la curación viene de dentro hacia fuera. Con la piel externa cicatrizada, pero con el corazón abierto.

Es una etapa para disfrutar de nuevas experiencias. De encontrarse a uno mismo. Conocer a personas interesantes, que puedan aportarte. Siendo honestos primero contigo y luego con las personas que encuentres a tu paso. Puedes divertirte si, pero una distracción no puede convertirse en una relación de pareja si no se está realmente preparado.

Y sólo cuando estés libres de cargas, podrás cargarte a la espalda una nueva relación. Porque es humano que uno se sienta mejor acompañado que solo. Humano, pero no maduro, pues cuanto mayor es nuestro nivel de madurez mejor soportamos, e incluso disfrutamos de la soledad.

Elige otro camino lejos de los clavos y martillos que remiendan tan bien los corazones. Siéntete orgulloso de exhibir en tu piel los huecos y cicatrices de todas esas guerras de besos y despedidas de las que has logrado sobrevivir. Y cuando nos dejemos encontrar por un nuevo amor, podamos ofrecerle algo más que la urgencia de un olvido.

En ese lugar donde te sientes entero y firme.

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2 thoughts on “Remendar no es de sabios”

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