Seducir es un arte. Y es que el arte de la seducción es una sucesión de maneras de ser y de comportarse que encandilan a la personalidad más dura y resistente. Es acariciar el alma.
Y acariciar el alma, es jugar con las palabras para encender emociones insospechadas. El buen seductor, sabe que no hay mayor atracción que la de dos mentes que encajan, que se buscan y se descubren más allá de la piel y los sentidos. Porque acariciar el alma es renacer en el otro sin dejar de ser uno mismo.
Si lo pensamos bien, suelen ser muy pocas las veces en que llegamos a experimentar una auténtica unión mental con alguien, hasta el punto de que la seducción, pase casi por alto lo físico para deleitarnos con una armonía de gustos, placeres, conocimientos y complicidades que trazan instantes maravillosos imposibles de olvidar.
Es una aventura maravillosa que merece la pena experimentar.
Buscamos seducir y ser seducidos, pero la mayoría de veces, la buscamos donde no toca.
La buscamos en la belleza. Esa que atrae y fascina. Nos gustan los rostros armónicos, los cuerpos bien proporcionados y las sonrisas que desprenden una brillante calidez. Ahora bien, la belleza no está en el físico donde todos la buscan, sino en el corazón donde pocos saben llegar. Y es que nos guiamos por lo primero, y nos olvidamos de lo segundo. Porque lo más seductor de una persona no son sus ojos cuando la ves, sino su corazón cuando la conoces.
Como dice Joaquin Sabina: «Serás todo lo bonita que quieras, pero si el mundo fuera ciego, ¿a cuánta gente impresionarías?«
El atractivo pues, debe ser algo más que un envoltorio físico. Debe ser una actitud ante la vida.
La atracción mental es mucho más fuerte que la física, de una mente no te libras ni cerrando los ojos…
La auténtica atracción reside en esa personalidad que ha sabido formarse a sí misma, que ha resuelto sus inseguridades, que ha cubierto sus carencias y que a su vez, dispone de un conocimiento interior donde no hay titubeos. Donde no hay dudas. Toda seducción empieza por seducirse a sí mismo. Con tu vida, con tus metas, con tus sombras.
Porque al fin y al cabo, una persona seductora es aquella que conoce sus puntos fuertes, aquella que utiliza sus virtudes para mostrar lo mejor de sí misma, para cautivar y conseguir cercanía con aquellos que le rodean.
En la seducción hay que ser lento para juzgar, y rápido para empatizar. Hay que dar la oportunidad. Muchas relaciones que tenían futuro se cortan por esa intolerancia inicial de que las cosas tienen que ser así o así. «Es que quiero algo serio«, «es que eres demasiado joven«,» es que aún no nos conocemos lo suficiente» … Etiquetas, etiquetas y más etiquetas. Lo importante no es la etiqueta, es la persona. Preocúpate de lo que te hace sentir y olvídate del futuro.
La verdadera seducción es muy parecida a la poesía. No quiere estructuras, sino el misterio del no saber qué va a pasar. No quiere linealidad, quiere montañas rusas y resultados imprevisibles. No quiere miedos, quiere desafíos, aventuras, excitación, amor. Sin ataduras, sin reglas, sin prejuicios.
Seducir no es ligar, es mucho más. Ligar puede resultar fácil. Seducir es dejar a las personas mejor de cómo te las has encontrado. No es querer tener a alguien detrás, sino alguien al lado. Es esa conducta y actitud tan gourmet que hace las delicias de los corazones que se cruzan a su paso.
Es encontrar a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros, alguien que tenga la llave para nuestras cerraduras, con quien nos sintamos tan seguros que les dejemos abrirlas sin temor, con quien resurja nuestro verdadero yo y podamos ser nosotros mismos.Y eso no pasa a los 30 minutos de conocer a alguien.
Porque una persona seductora no piensa a cuantas personas se folla, sino a cuantas disfruta. Porque el sexo es consecuencia. Porque piensa en dejar huella en lugar de cicatrices. Deseos imborrables en nuestra piel y en nuestra memoria. Porque nunca se convierte en pesadilla, sino que se transforma en un sueño compartido.
Muchas personas desean ser seducidas, pero no salen de los roles de la sociedad. Seductor y seducido. Al final juegan, pero nadie seduce a nadie. Seducir es cosa de dos. No se puede seducir a alguien que no quiere ser seducido o que lo pone excesivamente difícil. Para ser seducido se debe ser cómplice. Porque no hay nada más seductor que seducirse a uno mismo tratando de seducir a otra persona.
Si quieres conocer la verdadera magia de la seducción, no juegues con estrategias, ni falsas actitudes, ni tiempos de espera. Más vale andar con dolores que andar sin tener amores.
Déjate seducir y seduce. Déjate que te acaricien el alma.

Life & emotional coach. Apasionado de la vida y de la evolución personal. Porque ser uno más es ser uno menos…
Precioso David, lo cierto es cuando lo relees, además de seducción, hay un mucho de enamoramiento….
En cualquier caso, hay aspectos tan magnificos en la reflexión que si los gestionaramos como sugieres nos harían disfrutar mucho más de las personas a las que conocemos y de cada momento de cada relación.
Felicidades de nuevo por poner tanto sentimiento y emoción en tus post!
Pues sí Maria José … la seducción siempre es el primer paso del enamoramiento. No puede haber lo uno sin lo otro. Todos queremos enamorarnos sin prestar atención a la otra persona y lo que nos hace sentir. Hay que dejarse fluir.
Muchas gracias por tus comentarios Maria José.
Gracias de corazón David, has expresado magníficamente mi visión exacta de la seducción.
Te sientes extraño cuando lees en otra persona punto por punto lo que pasa por tu cabeza, pero es una extrañeza agradable.
Por cierto, pero te debo una 😉
Gracias Leon por tu comentario. Yo simplemente pongo palabras a lo que todos sentimos y pensamos. En el fondo, todos somos iguales. Pueden cambiar las formas y las palabras, pero todos queremos sentir lo mismo.
Me ha encantado leerte en este posterior. Este enfoque de seducción tiene mucho que ver con el significado de entusiasmo, en su sentido etimologuco lo podriamos traducir como “tener un dios dentro de sí”. La persona entusiasmada es aquella guiada por la fuerza y la sabiduría de un dios, capaz de hacer que ocurran cosas.
Cuando uno se siente entusiasmado por algo siente un fuego intenso por dentro, ese fuego nos hace vibrar y sentirnos vivos. Es el fuego de los dioses.
Y esa luz y alta vibración es la que hace ser magnética a una persona. Gracias Atenea por tu comentario. Un abrazo
Me ha encantado este enfoque!
Solamente decirte que me encanta como escribes David. Está claro que estás lleno de magia y espiritualidad! Muchas gracias por todos tus posts, son magníficos….
Gracias por tu comentario. Lo que ves en mí es porque también está en tí. Un abrazo.
Es muy lindo no había leído algo así David tenía una creencia errónea de seducción pero ahora sé que es diferente y gracias por publicar esta información que nos ayuda bastante a aquellos que solo deseamos conquistar a esas mujeres bellas felicidades y que la vida te llene de conocimientos y que cumplas tus propósitos en la vida saludos ?